martes, 4 de noviembre de 2008

Este año he tomado la costumbre de realizar invitaciones mediante Facebook cada vez que doy una charla profesional en algún tipo de evento, como la que pueden apreciar a la derecha de este texto.

La herramienta de gestión de eventos de Facebook es particularmente útil pues me permite asegurar que he invitado a todos los contactos que manejo, estén o no en Facebook, por el simple expediente de poner la lista de correos electrónicos de las personas a invitar. Además, dicha herramienta de gestión de eventos no sólo permite entregar los datos relevantes de la invitación, tales como descripción, lugar, fecha, relatores, y demases, incluyendo hasta el mapa de como llegar al evento vía Google Maps, sino que permite un seguimiento de las confirmaciones de asistencia al evento. También las personas invitadas pueden hacer sus comentarios sobre el evento, antes y después de participar del mismo.

Una vez realizado el evento, suelo subir algunas fotos digitales del mismo y, sobretodo, la presentación que dí, mediante SlideShare, como pueden ver a continuación, dándole así un cierre al evento.


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Hasta aquí todo iba perfecto. Pero, resulta que conversando con algunos colegas me comentaron que no habían podido ver la invitación puesto que "en su empresa tenían bloqueado Facebook". Técnicamente es relativamente fácil el bloquear un sitio web determinado mediante el uso del firewall o del reverse proxy, pero ¿para qué hacerlo? ¿Qué se gana con bloquear Facebook en una empresa?

La respuesta fue lapidaria; "para que los empleados no pierdan tiempo con Facebook".

Con dicha respuesta me acordé inmediatamente del segundo párrafo de la muy interesante novela de don Joaquín Edwards Bello, llamada El Roto, que reza así; "Algún trabajo costó llevar el riel a la capital cerrada en sus murallas de granito, enemiga del mar. La influencia anglosajona, patente en la costa, no llega a Santiago, baluarte colonial, clerical y reaccionario, donde se conserva vivo el espíritu vanidoso y retrógrado de los mandarines que en 1810 hicieron acto de sumisión a Dios y al rey contra el gran Rozas. Un político santiaguino se opuso al ferrocarril: "Ese sistema de locomoción traerá la ruina de los propietarios de carretas", decía en memorables sesiones: al sapiente Bello llamó "miserable aventurero" porque defendía el riel. A pesar de la oposición parlamentaria y los inconvenientes materiales, llegó la locomotora a despertar la Alameda apacible y franciscana, con sus acequias de pueblo."

La analogía es directa. El riel llegó a simbolizar la revolución industrial y el ferrocarril con sus trenes se convirtieron en los medios de comunicación por excelencia. Hoy en día y con justa razón, la Internet es el símbolo de la gran revolución de la globalización, y los portales Web 2.0 se han convertido en los medios de comunicación por excelencia. Facebook es hoy la principal herramienta Web 2.0 en Chile. Bloquear a Facebook es equivalente en esencia a bloquear la entrada a las estaciones de ferrocarril.

En Francia, Inglaterra y Alemania, durante la revolución industrial en muchas ciudades chicas de provincia se presentó el dilema de la conveniencia de contar con una estación de ferrocarril, generando acalorados debates políticos en cada una de las ciudades provinciales. Las ciudades que optaron por el ferrocarril se desarrollaron, cambiaron, crecieron y participaron plenamente de la revolución industrial. Las que no quedaron como pintorescos y turísticos destinos para los turistas, valga la redundancia. No hago juicio de valor sobre el resultado. Sólo hago notar que las empresas quebradas no suelen tener una segunda vida como destino turístico.

Y hoy en día puedo perfectamente imaginarme a administradores de empresa decir "Ese sistema de Facebook traerá la ruina de los propietarios de esta empresa". Es el mismo razonamiento; prohibir algo por miedo a lo que se pierde sin siquiera pensar en lo que se podría ganar. Ese tipo de ojeras mentales son parte de los sempiternos impedimentos de la innovación en nuestro país.

Claro está, si mido los resultados de mis trabajadores por la cantidad de tiempo que están calentando una silla en la oficina, entonces preocuparme de que miren Facebook o cualquier otra herramienta de la Internet es válido. Obviamente, es mucho más simple que preocuparme de implantar un sistema de gestión de mis empleados por objetivos de negocio y no por tiempo/culo/silla. Eso explica el porque Chile es un país con uno de los peores índices de productividad del mundo y con mayor cantidad de horas trabajadas, mal, del mundo. Los administradores de empresa se preocupan justamente de eso; maximizar la variable tiempo/culo/silla.

Entonces, cuando una empresa prohíbe el acceso a Facebook, o a cualquier otra herramienta de la Internet, no tenemos una solución a un problema de productividad sino un síntoma de una mala administración, pues no podría denominárselo gestión, de la empresa. Recomendación, cambie de empresa para una en donde valoren su capacidad de cumplir objetivos de negocios y no su capacidad de quedarse sentado calentando una silla, pues cualquier marmota lo hará mejor y más barato que Ud.



2 comentarios:

Ferchik dijo...

Muy buen artículo!
Estoy de acuerdo con lo que planteas.
Lo mismo ocurrió (y ocurre) con Internet, MSN/ICQ y el resto de herramientas "improductivas".
Si no se confía en los empleados... ¿Para qué los tienes?
Suerte!

Gabriel Bunster dijo...

Meses después de escrito y por referenciación desde otro lado, leo esto y disfruto de las simetrías históricas que traes. La Internet, específicamente la Web 2.0 y los rieles y sus ferrocarriles, y la oposición en su época.
Total; gracias. Y saludos.

 

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