domingo, 16 de noviembre de 2008


Japón y Chile están en los extremos opuestos del océano Pacífico que comparten y a su vez los separa. Ambas son naciones islas, con locas geografías, en los dos puntos más activos de la cintura de fuego de ese Pacífico que cada tanto los baña, no tranquilamente, sino con los imponderables tsunami (津波), como aquella ola grande en el puerto del 22 de mayo de 1960 que habría de nacer en Valdivia y morir matando 138 personas en las costas de Japón.

Otro regalo vendría en 1966 cuando la Armada de Chile le regala a su contraparte japonesa un busto del Comandante Arturo Prat Chacón, el cual pasa a formar parte de la colección de la escuela naval japonesa. Decoroso es que aquel gaijin (外人) conocedor de los difíciles senderos del bushidō (武士道) tenga un busto en Japón. Busto ubicado cerca de otro busto, el del Almirante de Flota Tōgō Heihachirō (東郷 平八郎), el vencedor de la Batalla de Tsushima (対馬海戦).

La batalla de Tsushima tiene su propio capítulo en la historia naval mundial y es la batalla naval principal de la Guerra Ruso-Japonesa (1904-1905). La batalla ocurrió cerca del grupo de islas de Tsushima en los estrechos ubicados entre Corea y Japón los días 27 y 28 de mayo de 1905. Se enfrentaron la Flota del Báltico de la Armada Imperial rusa al mando del Almirante ruso Zinovy Petrovich Rozhestvensky (Зиновий Петрович Рожественский) con 11 acorazados y 8 cruceros con la Flota Combinada de la Armada Imperial japonesa bajo el afortunado mando del Almirante Tōgō Heihachirō y contando con 4 acorazados y 27 cruceros. El encuentro de las dos flotas imperiales fue homérico y tras dos días de combates el resultado fue una aplastante victoria para los japoneses quienes sólo perdieron tres torpederos a cambio de hundir o capturar toda la Flota del Báltico de la Armada Imperial rusa, con la excepción de un yate y dos destructores.

Chile participó indirectamente en la batalla pues había vendido el Crucero Protegido «Esmeralda» (3°) a Japón, en donde había sido repotenciado y renombrado «Izumi» (和泉). Dicho crucero había sido diseñado por el ingeniero George Rendel, construido por el astillero Armstrong de Inglaterra y entregado a Chile en 1884 representando una importante innovación de diseño al ser considerado como el primer crucero protegido del mundo, diseño que sería copiado extensamente en las décadas venideras.


Tsushima en particular y la Guerra Ruso-Japonesa en general representan no sólo el choque entre dos imperios en expansión sino el primer encuentro moderno entre una nación europea, y blanca por antonomasia, con una nación no occidental, y no blanca, en el cual esta última gana. Y no sólo gana sino que lo hace, aplastantemente, en lo que representa la suma del poder económico y tecnológico de las potencias occidentales, en una batalla naval en alta mar. Los japoneses le ganaron a los occidentales en su propio juego.

¿Cómo lo hicieron?

En 1905 Japón llevaba sólo 51 años de haber salido de la edad media. ¿Cómo en 51 años se transforma un país con una estructura social, económica y política medieval en una potencia económica y militar plenamente insertada dentro de la revolución industrial?

¿Cómo diantres lo hicieron?

Los primeros occidentales en llegar a Japón fueron mercaderes portugueses, españoles, holandeses e ingleses a principios del siglo XVI. Muy importante fue la influencia de los misioneros jesuitas españoles, los cuales fundaron varias misiones como suele ser su costumbre. También trajeron consigo al arcabuz, gran innovación tecnológica, la cual fue hábilmente usada por Tokugawa Ieyasu (徳川 家康), quien fundaría el shogunato Tokugawa (江戸幕府), en la Batalla de Sekigahara en 1600 en donde consolidó su poder tras una aplastante victoria. El shogunato Tokugawa gobernaría el Japón por 268 años hasta la Restauración Meiji (明治維新) en 1868.

Las políticas del shogunato Tokugawa tomarían paulatinamente un tinte proteccionista y aislacionista con varios decretos como el de la expulsión de todas las misiones cristianas en 1610, el de expulsión de todos los cristianos en 1614, el de prohibición de los libros cristianos en 1628, el que revocaba las licencias de las naves japonesas para salir del país en 1635, el que prohibió la entrada de naves portuguesas al país en 1639 y, finalmente, el que expulsaba a todos los extranjeros de Japón en 1641. Ese último decreto es considerado el inicio del llamado sakoku (鎖国), período durante el cual ningún extranjero podía pisar suelo japonés y ningún japonés podía viajar al extranjero, bajo pena de muerte. Sólo en unas islas frente a la ciudad de Nagasaki (長崎市) estaba permitido comerciar bajo estricta vigilancia a algunos comerciantes chinos y holandeses, cerrando el país totalmente a las influencias y tecnología extranjera y efectivamente encadenando el Japón a la edad media.

Tan interesante mercado no podía dejar de atraer a un pujante imperio como era USA en aquellos años y, finalmente, en 1853 el Comodoro Matthew Calbraith Perry mediante la poderosa voz de los cañones logra negociar un tratado comercial y pone fin al ostracismo del Japón. El Tratado de Kanagawa (神奈川条約) fue firmado en el puerto de Shimoda el 31 de marzo de 1854, abriendo el mercado japonés a los productos norteamericanos y dando término a los 213 años de absoluto aislacionismo del período sakoku. Unos míseros 51 años después, el Almirante de Flota Tōgō Heihachirō ganaría la Batalla de Tsushima en la primera gran batalla naval de la época moderna.

¿Cómo diantres lo hicieron?

El mismo Tōgō nació en la ciudad de Kagoshima un 27 de enero de 1848 en un Japón plenamente feudal de una familia tradicional samurái () del clan Shimazu. Tōgō se enrola, junto a dos de sus hermanos, a los quince años en la recién creada fuerza naval de la provincia de Satsuma en donde sirve hasta la Guerra Boshin (戊辰戦争) (1868-1869) entre el shogunato Tokugawa y las fuerzas que pretendían la devolución del poder político a la corte imperial. En dicha guerra Tōgō participó de varias batallas navales como oficial subalterno. Dicha guerra civil fue una consecuencia directa de la apertura forzada del Japón al mundo lograda por el Comodoro Perry a cañonazo limpio pues el shogunato, con su arcaica estructura medieval, no podía competir en un mundo abierto e incipientemente globalizado. El resultado de la Guerra Boshin fue la Restauración Meiji (明治維新) quedando el Emperador Meiji (明治天皇) con el poder político, por lo menos en apariencia.

La Restauración Meiji fue única en la historia de la humanidad pues fue la misma clase dominante, los samurái, quienes lucharon para cambiar el status quo, renunciar a sus derechos feudales e iniciar los grandes cambios que en 51 años producirían la potencia regional dominante. Como ejemplo de la profundidad de los cambios diremos que hasta la Restauración Meiji sólo los samurái tenían derecho a tener un apellido, contentándose el pueblo con usar su profesión como apellido.

Además de abolir el feudalismo, de imponer una constitución moderna e industrializar al país el principal cambio fue la creación de un sistema educacional unificado con la creación de un Ministerio de Educación en 1871 que ejercía un control centralizado copiado de Francia. El sistema de educación religioso y feudal fue nacionalizado y transformado en escuelas primarias y secundarias respectivamente. En cada prefectura se creó una escuela normal para la educación de los maestros y se fundó la Universidad Imperial de Tokio. Además se enviaron muchísimos alumnos a estudiar fuera de Japón.

El mismo Tōgō fue enviado en 1871 a estudiar ciencia naval a Inglaterra junto con otros estudiantes japoneses, logrando graduarse el segundo de su promoción en el Thames Nautical Training College. En 1875 daría la vuelta al mundo como simple marinero en el buque-escuela británico «Hampshire». Posteriormente estudió en la Royal Naval Academy en Portsmouth, en la Royal Naval College en Greewich y matemáticas en Cambridge. Volvería al Japón sólo el 22 de mayo de 1878 como Teniente en uno de los buques construidos para el Japón en el Reino Unido.

Extraño el destino de un guerrero feudal que habría de convertirse en Almirante de Flota y ganar en Tsushima la primera gran batalla naval del siglo XX. Sería como imaginarse a Pedro de Valdivia o a Lautaro (Leftraru) comandando un Panzergruppe de por la pampa. La avidez con la cual Tōgō en particular y los japoneses en general asimilaron la tecnología y la cultura de su siglo no tiene paragón. Y lo hicieron sin perder un ápice de su identidad, pues nunca dejaron de ser japoneses ni de saber quienes eran. No puedo dejar de asombrarme ante el culture shock de este guerrero samurái que nació señor feudal en la edad media y murió almirante en el siglo XX.

Y no fue el único, pues fueron muchos los hijos de samurái que habrían de transitar por extraños senderos que el bushidō nunca antes había mostrado. Mi preferido es un personaje trágico digno de una novela y de quien contaré parte de su singular vida y muerte.

Nogi Maresuke (乃木希典) nació en la ciudad de Edo (江戸) un 11 de noviembre de 1849 en un Japón plenamente feudal de una familia tradicional samurái del clan Chōfu. Su nombre de niñez fue Mujin, que significa literalmente "nadie", para protegerlo así del mal de ojo y que usaría hasta que cumplió 18 años, cuando fue renombrado Nogi Bunzō. En 1869 por órdenes de su señor se incorpora al Fushimi Goshin Heisha para ser entrenado en el arte militar occidental, en su versión francesa. Después de completar su entrenamiento es nombrado Mayor en 1871 en el naciente Ejército Imperial Japonés y aprovecha para cambiar su nombre a Nogi Maresuke usando un kanji del nombre de su padre. 1875 encontrará a Nogi como Teniente Coronel en el 14avo Regimiento de Infantería con el cual participará de las luchas en contra de la Rebelión Satsuma (西南戦争) (1877), específicamente en la defensa del Castillo Kumamoto (熊本城) en donde, a pesar de ganar la batalla, habrá de perder la bandera de su regimiento al enemigo. Ante tamaño deshonor intenta realizar el ritual del seppuku (切腹) pero recibe la orden de su superior de no proceder. Nogi llevaría en el fondo de su alma el peso del deshonor de haber perdido esa bandera por el resto de su vida.

Sin embargo, Nogi recibe como premio el comando del 1er Regimiento de Infantería y ese mismo año se casa con Shizuko, la cuarta hija de un samurái de Satsuma, que le da su primer hijo, Katsunori. En 1878 es nombrado Coronel y el año siguiente su segundo y último hijo, Yasunori, nace. En 1887 es enviado con varios oficiales más a estudiar estrategia y tácticas europeas, específicamente en Alemania.

La Primera Guerra Sino-Japonesa (1894-1895) encontraría a Nogi como Teniente General al mando de la 1era Brigada de Infantería, con la cual procedería a tomar en menos de 24 horas la ciudad de Lüshunkou (旅順攻囲戦), también conocida como Port Arthur, en Manchuria. Posteriormente comandó la invasión y ocupación de Formosa, hoy conocida como Taiwan, al mando de la 2da Brigada de Infantería, en donde habría de quedarse hasta 1899 cuando fue puesto al mando de la recién creada 11ava Brigada de Infantería en Japón.

Cuando en 1904 estalló la Guerra Ruso-Japonesa (1904-1905) Nogi se vio ascendido a General, puesto al mando del 3er Ejército japonés y asignado la tarea de conquistar, por segunda vez en su vida, la ciudad de Port Arthur, en Manchuria. Poco antes de que Nogi desembarcara con su 3er Ejército, el 2do Ejército japonés se vio envuelto en la dura Batalla de Nanshan (南山の戦い) el 25 de mayo de 1904, mientras progresaba hacia Port Arthur, y durante dicha batalla muere en combate el primer hijo de Nogi, Katsunori.


El 3er Ejército japonés avanza lentamente por la península de Liaodong (遼東) encontrando una fuerte e inesperada resistencia, y el asalto a Port Arthur se convirtió rápidamente en el Sitio de Port Arthur (旅順攻囲戦), el cual duraría formalmente desde el 1 de agosto de 1904 hasta el 2 de enero de 1905. Más de 150 días necesitaría esta vez Nogi para tomar la misma ciudad que había tomado diez años antes en un solo día.

De haber estado realmente observando esta lejana batalla los observadores militares europeos habrían visto una repetición premonitoria de la carnicería de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), con trincheras, granadas de mano, ametralladoras, alambradas, obuses de sitio, minas de zapadores y el dantesco espectáculo de oleada tras oleada de asaltantes muertos sin siquiera poder tomar unos pocos metros de tierra al enemigo. La toma de los llamados Cerro de 174 metros y Cerro de 203 metros fue carísima, en todas las monedas con las que Nogi podía pagar.


Nogi venció finalmente en el Sitio de Port Arthur pero al costo de más de 150 días de lucha, de 58.000 soldados muertos, incontables heridos y la muerte en combate de su segundo y último hijo, Yasunori.

Tras la caída de la ciudad, el 3er Ejército de Nogi avanzaría al norte justo a tiempo para participar de la última batalla de esta pequeña guerra olvidada, la Batalla de Mukden (奉天会戦), cuyo resultado unido al de la Batalla de Tsushima llevaría a la completa victoria japonesa en esta guerra.


Extraño sendero del bushidō había seguido este samurái devenido en soldado tomando dos veces la misma ciudad, con dos nombres distintos, en dos guerras distintas en contra de dos imperios decadentes distintos y al costo de sus dos únicos hijos. Se había convertido en el primer general de un imperio creciente y no blanco en derrotar en el mal llamado campo de honor a un ejército enemigo y blanco.

A su regreso al Japón, el mismo Emperador Meiji le concedió el honor de una audiencia. Una audiencia con un Dios encarnado como el mismísimo Emperador Meiji era el máximo honor posible a un simple soldado. Nogi procedió a contar en detalle el Sitio de Port Arthur pero cuando llegó a la descripción de las trincheras y de los asaltos se quebró y se puso a llorar. Nogi pidió perdón por todas las vidas desperdiciadas y por segunda vez en su vida, pidió formalmente permiso para realizar el ritual del seppuku, el cual le fue formalmente denegado, pues un héroe como él debía seguir vivo, por lo menos mientras el Emperador Meiji estuviese vivo.

Nogi dedicó su fortuna a los hospitales encargados de los veteranos de guerra y a construir monumentos de por todo Japón en honor a los soldados muertos en la guerra. Su dolor fue genuino y en el barco de vuelta a Japón escribió el siguiente poema;

二〇三高地がいかに険峻であろうとも、
けっして、よじ登れないことはなかろう。

男児が、功名を立てようとする時は、
艱難に打ち勝たなければいけないことは覚悟の上である。

山は武器や兵士に覆われて、
もはや原形をたもたないほどだ。

万人がこの山を仰ぎ見るとき、その述懐することとわきあがる感慨は、
みなひとしく同じにちがいない、それが二〇三高地なのだ。

(Fuente: http://home.netcom.com/~kyamazak/lit/_Jpoet/nireisan.htm)

El Emperador Meiji había meditado detenidamente sobre cual habría de ser una recompensa a la altura de este General victorioso de una batalla imposible. Decidió nombrarlo director de un colegio, además de ennoblecerlo y cubrirlo de medallas.

Y así fue como en 1906 el General Conde Nogi Maresuke fue nombrado director del colegio Gakushūin (学習院) también conocido como el Colegio de los Pares pues estaba a cargo de la educación de los hijos de la aristocracia japonesa, incluyendo a los hijos del Emperador Meiji y especialmente a Hirohito (裕仁) quien después de su muerte pasaría a llamarse el Emperador Shōwa (昭和天皇). Con el tiempo el Gakushūin abriría sus puertas a los hijos de la poderosa burguesía económica y tendría entre sus alumnos a personajes tan destacados como a Mishima Yukio (三島 由紀夫) y a Ono Yōko (小野 洋子) sólo para nombrar algunos. Nogi ejercería como director del Gakushūin por seis años, es decir hasta su muerte.

El Gakushūin es el equivalente funcional del Instituto Nacional General José Miguel Carrera pues comparten la función de educar a los hijos de la aristocracia y prepararlos para gobernar. Son 16 los presidentes de Chile que fueron alumnos del Instituto Nacional a lo largo de la historia y es probable que la tendencia se mantenga en el futuro previsible. Otro alumno destacado del Instituto Nacional fue el General Manuel Jesús Baquedano González, quien habría de conducir al Ejército de Chile a la victoria en la Guerra del Pacífico (1879-1884) y terminar por tomar Lima.

Baquedano y Nogi fueron ambos guerreros, ganaron guerras muy significativas para sus respectivos países y ambos se caracterizaron por usar siempre la misma táctica simplista de la carga frontal, que tantos muertos japoneses y chilenos causaría. Pero allí terminan las similitudes. Baquedano nunca escribió poemas, no estudió en el extranjero, no pidió perdón por los muertos bajo su mando y nunca hizo clases de lo que sea. Las principales virtudes de Baquedano como general fueron las de carecer absolutamente de ambición personal y política sumado a su reconocida capacidad de imponer la disciplina entre sus subordinados. Justo lo necesario para ganar la guerra sin generar un peligroso caudillo militar, el mal endémico de las frágiles democracias de América Latina.

El desprecio por los estudios y la enseñanza que profesaba Baquedano fue común en la oficialidad chilena de la Guerra del Pacífico pues sólo el General Diego Dublé Almeyda, también alumno del Instituto Nacional, dictó alguna vez clase alguna, de matemáticas, y eso fue antes de la guerra. Sólo dos importantes oficiales estudiaron fuera de los precarios institutos castrenses de la época y obtuvieron títulos universitarios; el General José Antonio Villagrán Correas se tituló como Ingeniero Agrimensor y el Comandante Arturo Prat Chacón como Abogado, ambos en la Universidad de Chile.

El título de Abogado habría de costar caro a Arturo Prat pues le valió el desdén de sus compañeros de armas, llegando a ser tratado de "marino ilustrado" por el Capitán de Fragata Manuel Tomas Thomson Porto Mariño, lo que lo incitó a sugerir el cambio de mando que dejaría a Prat al mando de la corbeta «Esmeralda» durante el fatídico bloqueo a Iquique. Los chilenos reconoceremos aquí a un ejemplo más del "chaqueteo" que tanto nos caracteriza. El chaqueteo es básicamente esa envidia malsana de los logros personales y merecidos de nuestros amigos, conocidos y parientes. Es una lacra en Chile llegando el profesor Carlos Vignolo a hablar del "chaqueteo ambiental" en sus charlas sobre capital social.

Como los senderos del bushidō son misteriosos, Manuel Thomson habría de encontrar la muerte en la cubierta del monitor «Huascar» en el exacto mismo lugar en donde murió Prat, dejando sólo su espada clavada en la cubierta, pues su cuerpo fue completamente destrozado por el impacto directo de una granada de 500 libras del «Manco Cápac» durante un intercambio de artillería en el bloqueo de Arica.

El chaqueteo ambiental imperante no sólo es por los estudios y títulos profesionales sino que se extiende a los éxitos en todo tipo de ámbitos. Un ejemplo notorio fue la carrera temprana del Capitán de Fragata que habría de terminar como General en Jefe del Ejército en campaña, don Patricio Javier de los Dolores Lynch Solo de Zaldívar, también conocido como el Príncipe Rojo o como el Último Virrey del Perú. Su carrera militar partió normalmente, para la época, cuando a los 13 años es nombrado aspirante de guardiamarina y participa de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana (1837-1839). Pero en febrero de 1840 se incorpora a la Royal Navy y participa de toda la Primera Guerra del Opio (1839-1842), con más de veinte combates a su haber, por cuya participación fue ascendido a Teniente y que aprovechó para aprender a hablar cantones. En Inglaterra se le consideraba uno de los mayores valores, por lo que les extrañó que en su país le tuvieran escaso aprecio, como se lo hizo ver el Almirante James Hillyar al presidente Federico Errázuriz Zañartu.

Al estallar la Guerra del Pacífico, Lynch solicitó un puesto en la escuadra, el que no obtuvo debido a la animadversión de sus colegas de armas, basado fundamentalmente en su estadía en el extranjero. Afortunadamente, sus capacidades no pasaron desapercibidas en el Ejército y se cambió de bando durante la Guerra del Pacífico, pasando Lynch a comandar la Expedición al Norte del Perú primero, después la Primera División chilena y terminó como Comandante en Jefe de Ejército de Ocupación chileno, quedando a cargo de la ciudad de Lima. Claro está que después de la Guerra tampoco se dedicó a enseñar ni a hacer clases de lo que sea.

Lynch, Baquedano y la gran mayoría de los jefes militares chilenos de la Guerra del Pacífico se dedicaron una vez de vuelta en el país a recibir honores, a ser elegidos diputados o senadores y en general a disfrutar de su fama y de la vida. Muchos participaron en un bando u otro de la Guerra Civil de 1891 sobre la repartija de los despojos Guerra del Pacífico.

De enseñar, de hacer clases, ni hablar. Tampoco de pedir perdón por los errores cometidos, como el General Conde Nogi Maresuke quien el mismo día de la muerte del Emperador Meiji en 1912 finalmente lograría su tan ansiado anhelo de realizar el ritual del seppuku, junto con su esposa, y no asistido.

Lamentable para Chile, pues podemos ver como el mismo Almirante de Flota Marqués Tōgō Heihachirō tomaría el lugar del General Conde Nogi Maresuke siendo el tutor del Príncipe Hirohito, el futuro Emperador Shōwa hasta 1924.

No puedo dejar de hacer la siguiente pregunta abierta, ¿cómo habría sido Chile si el General Manuel Baquedano hubiese vuelto de la Guerra del Pacífico a tomar el puesto de Director del colegio que lo formó, el Instituto Nacional? ¿Si el General Patricio Lynch se hubiese dedicado a enseñar cantones, o lo que esa, en la Universidad de Chile?

Los japoneses demoraron sólo 51 años en pasar de la edad media a la revolución industrial porque tienen una cultura orientada al profundo respeto del deber, al profundo respeto del saber y al profundo respeto del otro y de sus logros.

Japón y Chile no sólo están en los extremos opuestos del océano Pacífico sino que un océano cultural mucho más vasto los separa, y en ese océano los tsunami tecnológicos van del Japón a Chile.

martes, 4 de noviembre de 2008

Este año he tomado la costumbre de realizar invitaciones mediante Facebook cada vez que doy una charla profesional en algún tipo de evento, como la que pueden apreciar a la derecha de este texto.

La herramienta de gestión de eventos de Facebook es particularmente útil pues me permite asegurar que he invitado a todos los contactos que manejo, estén o no en Facebook, por el simple expediente de poner la lista de correos electrónicos de las personas a invitar. Además, dicha herramienta de gestión de eventos no sólo permite entregar los datos relevantes de la invitación, tales como descripción, lugar, fecha, relatores, y demases, incluyendo hasta el mapa de como llegar al evento vía Google Maps, sino que permite un seguimiento de las confirmaciones de asistencia al evento. También las personas invitadas pueden hacer sus comentarios sobre el evento, antes y después de participar del mismo.

Una vez realizado el evento, suelo subir algunas fotos digitales del mismo y, sobretodo, la presentación que dí, mediante SlideShare, como pueden ver a continuación, dándole así un cierre al evento.


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Hasta aquí todo iba perfecto. Pero, resulta que conversando con algunos colegas me comentaron que no habían podido ver la invitación puesto que "en su empresa tenían bloqueado Facebook". Técnicamente es relativamente fácil el bloquear un sitio web determinado mediante el uso del firewall o del reverse proxy, pero ¿para qué hacerlo? ¿Qué se gana con bloquear Facebook en una empresa?

La respuesta fue lapidaria; "para que los empleados no pierdan tiempo con Facebook".

Con dicha respuesta me acordé inmediatamente del segundo párrafo de la muy interesante novela de don Joaquín Edwards Bello, llamada El Roto, que reza así; "Algún trabajo costó llevar el riel a la capital cerrada en sus murallas de granito, enemiga del mar. La influencia anglosajona, patente en la costa, no llega a Santiago, baluarte colonial, clerical y reaccionario, donde se conserva vivo el espíritu vanidoso y retrógrado de los mandarines que en 1810 hicieron acto de sumisión a Dios y al rey contra el gran Rozas. Un político santiaguino se opuso al ferrocarril: "Ese sistema de locomoción traerá la ruina de los propietarios de carretas", decía en memorables sesiones: al sapiente Bello llamó "miserable aventurero" porque defendía el riel. A pesar de la oposición parlamentaria y los inconvenientes materiales, llegó la locomotora a despertar la Alameda apacible y franciscana, con sus acequias de pueblo."

La analogía es directa. El riel llegó a simbolizar la revolución industrial y el ferrocarril con sus trenes se convirtieron en los medios de comunicación por excelencia. Hoy en día y con justa razón, la Internet es el símbolo de la gran revolución de la globalización, y los portales Web 2.0 se han convertido en los medios de comunicación por excelencia. Facebook es hoy la principal herramienta Web 2.0 en Chile. Bloquear a Facebook es equivalente en esencia a bloquear la entrada a las estaciones de ferrocarril.

En Francia, Inglaterra y Alemania, durante la revolución industrial en muchas ciudades chicas de provincia se presentó el dilema de la conveniencia de contar con una estación de ferrocarril, generando acalorados debates políticos en cada una de las ciudades provinciales. Las ciudades que optaron por el ferrocarril se desarrollaron, cambiaron, crecieron y participaron plenamente de la revolución industrial. Las que no quedaron como pintorescos y turísticos destinos para los turistas, valga la redundancia. No hago juicio de valor sobre el resultado. Sólo hago notar que las empresas quebradas no suelen tener una segunda vida como destino turístico.

Y hoy en día puedo perfectamente imaginarme a administradores de empresa decir "Ese sistema de Facebook traerá la ruina de los propietarios de esta empresa". Es el mismo razonamiento; prohibir algo por miedo a lo que se pierde sin siquiera pensar en lo que se podría ganar. Ese tipo de ojeras mentales son parte de los sempiternos impedimentos de la innovación en nuestro país.

Claro está, si mido los resultados de mis trabajadores por la cantidad de tiempo que están calentando una silla en la oficina, entonces preocuparme de que miren Facebook o cualquier otra herramienta de la Internet es válido. Obviamente, es mucho más simple que preocuparme de implantar un sistema de gestión de mis empleados por objetivos de negocio y no por tiempo/culo/silla. Eso explica el porque Chile es un país con uno de los peores índices de productividad del mundo y con mayor cantidad de horas trabajadas, mal, del mundo. Los administradores de empresa se preocupan justamente de eso; maximizar la variable tiempo/culo/silla.

Entonces, cuando una empresa prohíbe el acceso a Facebook, o a cualquier otra herramienta de la Internet, no tenemos una solución a un problema de productividad sino un síntoma de una mala administración, pues no podría denominárselo gestión, de la empresa. Recomendación, cambie de empresa para una en donde valoren su capacidad de cumplir objetivos de negocios y no su capacidad de quedarse sentado calentando una silla, pues cualquier marmota lo hará mejor y más barato que Ud.



 

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